lunes, 16 de junio de 2014

El bullying como violencia estructural

Primero, una confesión. Yo fui una niña bulleada. Claro que en mis épocas el bullying era diferente: para empezar, se le decía "molestar", y los compañeros más bien se burlaban de cosas como mis dientes, mis orejas, mi nulo entusiasmo para educación física y mi ñoñez. A veces me quitaban algunas cosas, pero sobre todo, me aislaban.

De esto hace ya unos 20 años, más o menos, de manera que el tema no es de ninguna manera nuevo. Lo que sí es nuevo es el nivel de violencia utilizado entre compañeros de primaria y secundaria, del que los últimos casos mediatizados son sólo un ejemplo. Claro que se difunden los casos más extremos, pero ¿cuántas otras situaciones de agresión física no se presentan cotidianamente en las escuelas?

Los señalamientos no faltan: que si es culpa de los profesores, que si de los papás, que cómo es posible que la sociedad haya llegado a este punto, que si los niños de ahora... Yo creo que es un poco de todo en el sentido de que todos perpetramos, fomentamos o toleramos la violencia. En otras palabras, estamos hablando de violencia sistémica, es decir, que ya forma parte de nuestras estructuras sociales, patrones de relación, y cultura.

Pensémoslo un poco: la televisión y las películas están llenos de violencia y lo vemos como algo normal. Después de todo, hay más censura y restricciones cuando se trata de sexo que de sangre. Además, subimos a pedestales no sólo a Batman, sino al Guasón. La música, sobre todo en sectores o más populares o más hardcore, los mensajes suelen ser de agresión: ahí están los narcocorridos, pero también el hip-hop y el reggaeton. Peor todavía, los adultos reproducimos esos mensajes, a querer y no, sea porque nos gusta la película o canción en cuestión, sea porque no prestamos atención a la letra, o por puro desconocimiento. En muchos casos incluso fomentamos que otros lo vean o escuchen: "Está buena".

Esto no sería tan problemático en otras circunstancias, pero no podemos ignorar el contexto en que estamos, uno lleno de noticias sobre balaceras, asesinatos, ejecuciones, secuestros, ajustes, cárteles y capos. Vivimos una realidad en que las armas no sólo están a la orden del día, sino que se promueven con orgullo, porque después de todo "las armas no matan gente. La gente mata a otra gente". Estamos en un país donde un representante popular y democrático puede tener vínculos con delincuentes, organizados o no, y no pasa nada. La ley no se aplica y todos tan tranquilos. En México está bien visto agredir verbal, mental o físicamente a quien no nos agrade, simplemente porque es diferente.

Si así actuamos los adultos, ¿por qué nos sorprende que los niños nos imiten? Después de todo, no hay mejor enseñanza que el ejemplo. Y en ese tenor quisiera terminar esta reflexión: démonos cuenta del ejemplo que ponemos al promover, incitar, actuar, justificar, perpetrar, tolerar o ignorar la violencia. Quizá podamos darle la vuelta al bullying.

Por Yalí Noriega
Twitter: @Xalaila
  1. Coincido contigo que encontrar culpables sólo pone a la defensiva a las personas y no se traduce en soluciones pero si creo que responsables somos todos y creo que más o menos es lo que tu estás diciendo con otras palabras.
    También, bajo el riesgo de hacerla de abogado del diablo, creo que con una buena educación en casa; con maestros atentos y con pasión por su trabajo; con escuelas que enfaticen en concientización entre alumnos puedes interactuar con música, cine o videojuegos con cierto contenido gráfico o violento sin que afecte tu conducta.
    Siento que si en casa y en la escuela, estás bien formado y se te enseña tolerancia y razón, te da herramientas para criticar en lugar de imitar conductas violentas.

    Atte. Otra bulleada por ñoña

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  2. Exactamente. La educación empieza en casa, desde sentarse a ver las películas con los hijos y hablarles sobre lo que ven ahí, más la atención que brinden los profesores en las clases, fomentar actividades extracurriculares en niños y adolescentes, brindar oportunidades de crecimiento y aprendizaje, fomentar la tolerancia y sobre todo, hablar de lo que pasa a nuestro alrededor, son cosas que pueden ayudar a combatir el bullying (y la violencia en todas sus manifestaciones).

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  3. Yo incluiría dentro de la solución no el combatir la violencia si no el incrementar la paz. Enseñar a los niños a respirar, a relajarse, a meditar, lo que sea que les ayude a reducir el estrés y la frustración estructural de la cual ya no tienen como librarse.

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